La comunidad cientĂfica se ha planteado durante mucho tiempo por quĂŠ los pobladores del TĂbet pueden vivir a elevadas altitudes sin mostrar las complicaciones que desarrollan el resto de los habitantes del planeta. Hay que tener en cuenta que el TĂbet es la regiĂłn con mayor altitud de toda la Tierra, con un promedio de 4.900 metros.
Cuanto mayor es la altitud de un lugar, el contenido de oxĂgeno disminuye, lo que se conoce como hipoxemia, hasta el punto de que se estima que a partir de los 4.000 m de altura sobre el nivel del mar cada respiraciĂłn contienen un tercio menos de oxĂgeno.
Para compensar este dĂŠficit nuestro organismo se va adaptando produciendo a nivel de la mĂŠdula Ăłsea un mayor nivel de glĂłbulos rojos (las cĂŠlulas que transportan la hemoglobina) y el tĂłrax adopta una forma de barril, de manera que aumenta el volumen en cada una de sus inspiraciones. Esto es lo que se observa, por ejemplo, en las poblaciones que viven en el altiplano andino, que se extiende desde PerĂş hasta Bolivia.
Sin embargo, la mayorĂa de los tibetanos no tienen ni mĂĄs glĂłbulos rojos ni tampoco desarrollan las modificaciones del pecho.
La enfermedad crĂłnica de montaĂąa
En el aĂąo 1925 se describiĂł por vez primera la enfermedad crĂłnica de montaĂąa, una dolencia que se desarrolla en aquellas personas que viven de forma continuada, a lo largo de meses o aĂąos, en altitudes superiores a los 3.000 m de altitud.
Los sĂntomas incluyen, por lo general, dificultad para respirar, una coloraciĂłn azulada de los labios, molestias y fatiga crĂłnica. Cuando a estas personas se les extrae de forma periĂłdica sangre (fletobomĂa) se produce un alivio temporal de la sintomatologĂa.
Pues bien, cuando se analizĂł la incidencia de la enfermedad crĂłnica de montaĂąa en la poblaciĂłn andina se observĂł que afectaba al 18% de las personas, mientras que en el TĂbet su prevalencia era de poco mĂĄs del 1%.
Miles de aĂąos de adaptaciĂłn a las alturas
Los cientĂficos han observado que los pobladores del TĂbet comenzaron hace miles de aĂąos a adaptarse genĂŠticamente a los niveles bajos de oxĂgeno para evitar la policitemia (la producciĂłn excesiva de glĂłbulos rojos o hematĂes).
Aquellas primeras familias se asentaron en la meseta tibetana, a unos 4.200 m de altitud, en un lugar conocido en la actualidad como Chusang. Aquellos pobladores nos dejaron su impronta: casi una veintena de huellas de manos y pies quedaron grabadas en el barro arcilloso que se filtraba de un manantial.
A pesar de los diferentes anĂĄlisis realizados lo Ăşnico que se ha podido conocer es que las huellas datan de hace 12.700 y 7.400 aĂąos, siendo uno de los lugares arqueolĂłgicos mĂĄs antiguos de la meseta tibetana.
Una buena herencia genĂŠtica
En el aĂąo 2005 la doctora C Beall y su equipo de antropĂłlogos de la Universidad de Cleveland descubriĂł que los tibetanos exhalan mĂĄs Ăłxido nĂtrico cuando se compara con las personas que viven en la cordillera andina o a nivel del mar. Este gas conduce a un ensanchamiento de los vasos sanguĂneos (vasodilataciĂłn) del pulmĂłn, lo cual permite que aumente el flujo sanguĂneo y, con ĂŠl, el transporte de oxĂgeno.
Cinco aĂąos despuĂŠs otro equipo de investigadores comparĂł el genoma de treinta tibetanos con el de una poblaciĂłn de chinos residentes en PekĂn. Gracias a este estudio los cientĂficos -liderados por T Simonson- pudieron identificar los genes que estaban asociados a la vida en altura.
Y es que el anĂĄlisis revelĂł que el 1-6% de sus genes habĂa sido heredado de los denisovanos âuna especie desaparecida hace 40.000 aĂąos- y que, al menos, diez de los genes de los tibetanos no aparecĂan en el ADN de los pobladores cercanos.
SerĂa precisamente este paquete genĂŠtico el que ha permitido a los tibetanos tener procesos de metabolismo mĂĄs eficientes y no producir hematĂes en exceso, a pesar de que hay menos oxĂgeno. Esto es debido a que uno de estos genes se encarga de regular una proteĂna âEPAS1- que controla la regulaciĂłn del oxĂgeno.
En definitiva, se podrĂa concluir que los habitantes de los altiplanos y de las montaĂąas del TĂbet han sido capaces de adaptarse a un medio hostil, con hasta un 40% menos de oxĂgeno, gracias a que tomaron prestado un gen de otra especie.
Este hallazgo abre una puerta a la investigaciĂłn mĂŠdica. Ya que un anĂĄlisis mĂĄs detallado de los cambios en el ADN de los tibetanos permitirĂĄ explorar nuevas vĂas terapĂŠuticas para tratar algunos tipos de patologĂas con elevada mortalidad, como son el edema cerebral o la hipertensiĂłn pulmonar.
Con informaciĂłn de Muy Interesante.