domingo, diciembre 22, 2024

MATERNIDAD CONFIGURA CEREBRO DE MUJERES PARA PROTEGER A SU BEBÉ

El vínculo de apego afectivo entre la madre y el hijo o hija surge desde los primeros días de vida en el vientre, se fortalece a través del intercambio celular en la mayor simbiosis de vida y perdura toda la vida, reveló la doctora Natalia López Moratalla, especialista en biología molecular, y explicó que en el embarazo los hijos en desarrollo dejan en el cuerpo de la madre huellas celulares que les ayuda a regenerar e incluso rejuvenecer órganos y células. “La maternidad embellece”, puntualizó. 

En entrevista con Blanca Becerril para Heraldo Televisión, la doctora e investigadora Natalia López-Moratalla, académica de la Universidad de Navarra, España, explicó que el cerebro genera un profundo vínculo con el bebé por la cercanía que se tiene, al punto que dura para toda la vida.

Detalló que durante el embarazo la madre atraviesa cambios al grado tal que se forma el “cerebro materno”, que hace posible que el organismo de la mujer embarazada se adapte y reconozca a este nuevo ser vivo, que es independiente de su cuerpo, pero al que le crea un ambiente de seguridad y protección molecular y celular para garantizar su sano desarrollo y nacimiento.

El cerebro le dice al cuerpo de la mujer embarazada que hay un nuevo ser vivo y desde los primeros días de la concepción éste inicia su fase de desarrollo, que es guiado y protegido por la biología de la madre. El cerebro ha registrado ya que en el cuerpo se gesta un nuevo ser vivo, puntualizó la especialista.

Durante su participación en la Mesa de Análisis, que conduce Blanca Becerril, la académica científica dijo que el sentido de protección que brinda la madre desde el principio hace que el menor de edad busque constantemente el refugio de su progenitora. Por su parte, la mamá identifica a su bebé por medio de su olor, el cual le brinda una satisfacción única y natural que no lo puede experimentar con otros niños.  Hablamos de una simbiosis perfecta madre-hijo, un vínculo de vida, que inicia en el vientre materno y perdura toda la vida. 

Este tipo de vínculo natural es el que hace posible que un recién nacido sienta tranquilidad, seguridad y protección, y que con el paso de los año, ese ser vivo reconozca ese vínculo materno a través de la voz, los gestos y las emociones maternas.

Hay una etapa en la que el bebé manda una interleuquina al epitelio de las trompas para darle a conocer que está presente y así mantener una interacción biológica. Existe una intercambio molecular en el cual la madre reconoce el cuerpo de su bebé, sin olvidar que se trata de un cuerpo diferente, de este modo puede poner a trabajar su sistema inmunitario para cuidarlo. 

El cerebro de la mujer se configura cuando se vuelve mamá 

El cerebro materno se configura de tal forma que cualquier malestar que percibe de su bebé reacciona con la necesidad de acudir para consolarlo o reponer sus dolencias. Los padres también experimentan este fenómeno. Explicó que para que los padres estrechen su vínculo deberán mantener un constante contacto físico, ya sea bañándolos, abrazándolos o jugando con ellos. 

Mientras, los papás fungen como un puente hacia el mundo real y la sociedad, las mamás mantienen su rol de relación afectiva, por lo que destacó que la figura paterna tiene que trabajar más en el amor del hijo a través de una persistente atención. 

El mayor tiempo posible que interrelaciona un papá con su hijo o hija desde su nacimiento es proporcional a la seguridad, confianza, interrelación y apego. El estar cercano al bebe nacido, participar de su cuidado y estar vigilante de todo lo que sucede en el entorno de sus primeros días de vida externa es vital para afianzar ese vínculo, explicó. 

¿Cómo reconocen los bebés a sus madres al nacer? 

Al ser cuestionada sobre cómo los menores de edad reconocen a sus mamás al momento de nacer pese a no haberla vista cara a cara, Natalia López explicó que durante la gestación se acostumbran a sus olores y su voz, de modo que poco a poco se adapta a su presencia. 

«Ellos están reconociendo por los sentidos, especialmente por el oído, esa situación que es de serenidad. Cuando el niño ve por primera vez a su madre o la oye, inmediatamente la reconoce y le sigue con la mirada, es el vínculo de apego». 

Precisó que este vínculo se refuerza con la lactancia y el parto, ya que todo lo que es contacto físico marca la relación entre ambos seres vivos, además de la simbiosis que ocurre cuando el niño o niña se encuentra dentro de la mujer.

Finalmente, la académica de la Universidad de Navarra, España, quien está de visita en México, dio a conocer que la ciencia ha revelado situaciones tan sorprendentes como el hecho de que en lo que se podría llamar un “regalo de vida”, del hijo nacido hacia la madre que lo gestó, es que el hijo deja para toda la vida una huella celular en el organismo de su madre.

Hoy se sabe a través de investigaciones que esa huella digital del hijo hacia la madre ayuda a esta a regenerar órganos dañados o a rejuvenecer células, de ahí que la expresión coloquial “el embarazo embellece y genera una luz especial en las mujeres”, tiene mucho sustento científico, porque ese cuerpo ha recibido durante el embarazo un regalo de células que fortalecen el organismo materno.

Con información de El Heraldo de México.

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