sábado, diciembre 21, 2024

LAS DESGARRADORAS HISTORIAS DE LOS REHENES LIBERADOS POR HAMÁS

Algunos de los secuestrados fueron retenidos en túneles sofocantes en las profundidades de la Franja de Gaza, mientras que otros estuvieron hacinados en espacios reducidos con extraños o confinados en aislamiento. Algunos niños fueron obligados a aparecer en videos de rehenes y a otros los forzaron a ver imágenes espantosas del ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre. Sus heridas son físicas y psicológicas.

Cuando algunos de los rehenes que fueron capturados en el ataque liderado por Hamás contra el sur de Israel fueron liberados, contaron múltiples detalles de su cautiverio a sus familiares. Si bien sus experiencias individuales difieren en algunos aspectos, sus relatos comparten características que se corroboran entre sí y sugieren que Hamás y sus aliados planearon los secuestros.

The New York Times entrevistó a los familiares de 10 rehenes liberados, quienes hablaron en nombre de las personas que fueron retenidas para transmitir información delicada.

Los familiares que hablaron con el Times describieron cómo a los rehenes liberados, muchos de ellos niños, se les negó la alimentación adecuada mientras estuvieron en Gaza. Muchos dijeron que habían recibido solo un trozo de pan al día durante semanas. Otros fueron alimentados con pequeñas raciones de arroz o trozos de queso. La Cruz Roja dijo que se les negó el acceso a los rehenes.

Muchos de los secuestrados que regresaron a Israel la semana pasada —como parte de un acuerdo de alto el fuego entre Israel y el grupo armado Hamás para intercambiar rehenes por prisioneros y detenidos palestinos— llegaron desnutridos, infestados de piojos, enfermos, heridos y profundamente traumatizados.

Una tía de Avigail Idan, una ciudadana israelí con doble nacionalidad estadounidense que fue tomada como rehén después del brutal asesinato de sus padres, y que cumplió 4 años unos días antes de ser liberada, dijo que su sobrina compartió un trozo de pan pita por día con otros cuatro cautivos y no se duchó ni se bañó durante los 50 días que duró su cautiverio.

Según la tía, Tal Idan, a los cinco rehenes los mantuvieron en apartamentos en la superficie, cambiando de lugar al menos una vez. Cada día les daban para compartir un trozo de pan pita con zaatar, una mezcla de especias de Medio Oriente.

Mientras Avigail estuvo en cautividad, le raparon el pelo porque se había llenado de piojos, según Idan. “Estaba cubierta de ellos. Nos costó mucho ayudarla a deshacerse de algunos durante la primera noche”.

La sorpresa que causó el ataque terrorista del 7 de octubre y el secuestro de tantas personas a la vez ha sido descrita como un trauma nacional para Israel, pero también es un trauma que sufren los individuos en carne propia.

Durante el ataque más de 1200 personas fueron asesinadas y otras 240 fueron secuestradas, según las autoridades israelíes. Desde entonces, Israel ordenó un asedio a Gaza, por lo que cortó el suministro de agua, alimentos y combustible al enclave. También ha lanzado campañas aéreas y terrestres que han matado a más de 13.000 personas, según cálculos del Ministerio de Salud de Gaza.

Para los rehenes, ha sido un ciclo de horrores: primero el ataque, luego el secuestro y después el cautiverio mismo.

Nurit Cooper, de 79 años, estuvo detenida en el laberinto de túneles debajo de Gaza con cuatro israelíes mayores en los primeros días de la guerra. Los mantuvieron en una habitación pequeña con poca luz y ventilación, según Rotem Cooper, su hijo.

A Nurit Cooper se le fracturó el hombro “como parte de la brutalidad del secuestro”, dijo su hijo. También comentó que para el grupo de rehenes, todos de entre 70 y 80 años, fue difícil caminar en los túneles oscuros y arenosos.

Nurit Cooper y otra rehén, Yocheved Lifshitz, de 85 años, fueron liberadas el mes pasado, pero sus esposos siguen secuestrados en Gaza. El marido de Cooper, Amiram Cooper, de 84 años, es uno de los rehenes de mayor edad que quedan. Los captores le quitaron los lentes y lo privaron de la medicación que necesitaba, dijo su hijo.

Muchos de los familiares entrevistados, en particular los parientes de niños cuyos padres o hermanos permanecen en cautiverio, se mostraron reacios a compartir detalles más incriminatorios de su cautiverio por temor a que los militantes tomen represalias contra los rehenes que aún están bajo su custodia.

Otros advirtieron que se mostraban reacios a entrometerse demasiado pronto o a compartir en público los detalles más inquietantes en un intento por preservar la privacidad de sus familiares y evitar que volvieran a sufrir un trauma.

Sin embargo, una tía de Eitan Yahalomi, un niño de 12 años secuestrado en el kibutz Nir Oz y que regresó con su familia el lunes, dijo a una cadena de televisión francesa que el niño había “vivido horrores” en Gaza.

La tía, Devorah Cohen, dijo que cuando Eitan llegó a Gaza, una turba lo atacó.

“Cuando llegó a Gaza, los civiles lo golpearon”, dijo a BFM TV, y agregó que a su sobrino y a otros niños secuestrados los obligaron a ver videos de las atrocidades cometidas el 7 de octubre. Explicó que, cuando Eitan y otros lloraban, sus captores los amenazaron con dispararles.

Efrat Avsker, otra de las tías de Eitan, le dijo al Times que al niño le esperaba “una recuperación muy, muy larga, un largo camino por recorrer”.

“Pero está en buenas manos”, añadió.

A Ohad Yahalomi, el padre de Eitan, le dispararon en la pierna y el brazo mientras intentaba proteger a su familia. Fue secuestrado por separado. Avsker dijo que los familiares se sintieron muy aliviados de tener al niño en casa, pero están profundamente preocupados por el padre de Eitan.

“Todos tenemos que hacer todo lo que podamos, todo lo que podamos para sacarlo a él y a los demás”, dijo.

Hasta el jueves, 102 rehenes habían sido liberados de Gaza, la mayoría de ellos mujeres y niños, con edades comprendidas entre 4 y 85 años. Como parte del intercambio, 210 palestinos fueron liberados de prisiones israelíes, todos eran mujeres y adolescentes.

El miércoles, Hamás dijo que el más joven de los rehenes capturados el 7 de octubre, Kfir Bibas, de 10 meses, murió junto con los demás miembros de su familia mientras estaban en cautiverio. El Ejército israelí dijo que estaba evaluando la exactitud de la declaración de Hamás, mientras que un alto líder dijo que las afirmaciones podrían formar parte de una “guerra psicológica”.

Quienes han sobrevivido a un secuestro dicen que el camino por delante puede ser largo para los liberados. Pero, a corto plazo, algunos pueden sentir un alivio sin complicaciones. “Las emociones iniciales después de ser rescatada son alegría y alivio”, dijo Elizabeth Smart, una activista por la seguridad infantil que fue secuestrada de su habitación en Salt Lake City en 2002, cuando tenía 14 años, y estuvo cautiva durante nueve meses, durante los cuales fue violada. “Es un milagro y es una respuesta a la oración”.

Para Noam y Alma Or, hermanos adolescentes que fueron liberados esta semana, la alegría de salir del cautiverio se vio atenuada por la noticia de la muerte de uno de sus padres.

Poco después de abrazar a los adolescentes recién liberados, sus familiares tuvieron que comunicarles que su madre había sido asesinada y que su padre seguía desaparecido.

“Sé que fue muy difícil”, dijo su tío Ahal Besorai en una entrevista, añadiendo que los niños le pidieron que no revelara muchos detalles sobre sus condiciones en Gaza, más allá de que fue “muy desagradable”.

Dijo que, en gran medida, los hermanos sobrevivieron a su cautiverio porque se tenían el uno al otro.

“Dijeron que se apoyaban mutuamente, de modo que si uno de ellos tenía un mal día o un día triste, el otro le apoyaba”, explicó. “Se creó una especie de vínculo”.

Las familias que pudieron permanecer unidas, como fue el caso de los hermanos Or, afirmaron que estar juntos les daba consuelo.

Tres generaciones de la familia Munder —Ruth, de 78 años, Keren, de 54, y su hijo Ohad, de 9— permanecieron juntas en una habitación de Gaza junto con otros 10 rehenes. El grupo dormía en sillas y necesitaba el permiso de sus captores para ir al baño, que a veces tardaban más de una hora en conseguir, dijo Eyal Mor, pariente de los Munder.

Fue en esa habitación, dijo Mor, donde la familia se enteró de que el hijo de Ruth, hermano de Keren, había muerto. Estaban escuchando un reportaje de la radio israelí, que podían oír de vez en cuando.

Desde la liberación de la familia, Ohad se ha mostrado reacio a hablar sobre su secuestro sucedido el 7 de octubre, dijo Mor.

“Nunca se puede saber cuál será el impacto a largo plazo de este trauma”, dijo Mor.

En estos primeros días, los israelíes, siempre que es posible, intentan levantar el ánimo de los rehenes que están de regreso.

Los médicos de Ohad hicieron una excepción a las normas de visita y le permitieron invitar a sus ocho mejores amigos para que pudieran verlo en el hospital de Tel Aviv donde estaba ingresado.

Eitan, ávido aficionado y jugador de fútbol, pudo conocer a los jugadores del Hapoel Beer Sheva, su equipo favorito.

Estaba encantado con el encuentro, dijo su tía, Avsker. Pero, sobre todo, disfruta de los placeres sencillos.

“Eitan está contento de estar en casa”, dice. “Feliz de ser abrazado y querido por su madre y por toda la familia, y prácticamente por todo el país”.

Con información de The New York Times.

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