La escasez de sangre en los hospitales es una problemática acuciante que afecta de manera significativa la atención al paciente y su supervivencia. Situaciones de emergencia como accidentes de tráfico o cualquier otro tipo de accidentes que den como resultado lesiones graves y traumatismos, las cirugías y el momento del alumbramiento de un bebé, entre otros, conforman las principales causas de demanda sanguínea de los centros de hemodonación. Concretamente, entre 1987 y 2007, 10 millones de mujeres perdieron la vida. Se estima que 25% de estas defunciones se debieron a hemorragias intensas durante el parto, lo que constituye la causa más común de mortalidad materna. Esto significa que aproximadamente 125 mil mujeres mueren anualmente en el mundo por falta de sangre disponible para transfusiones.
Esta problemática se ha visto incrementada en los últimos tiempos debido a varios factores. En primer lugar, la pandemia global de COVID-19 tuvo un impacto negativo en las donaciones de sangre, ya que las restricciones de movimiento, el miedo a la infección y las medidas de distanciamiento social llevaron a una disminución significativa de las donaciones.
Además, la prohibición de reuniones y eventos comunitarios imposibilitaron las extracciones sanguíneas impactando directamente en los suministros de los centros de hemodonación.
Por otro lado, la falta de concienciación pública sobre la importancia de donar sangre de manera regular también es un factor importante que afecta al volumen de reservas.
De tal forma, que la vida de pacientes en situaciones críticas y tratamientos médicos esenciales se ven gravemente afectados, lo que acentúa esta problemática de manera apremiante.
Con esta problemática en mente, un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia Británica han desarrollado una técnica basada en el descubrimiento de unas enzimas, presentes en el intestino humano, capaces de convertir los grupos sanguíneos A y B en el tipo 0, conocido como donante universal, ya que puede ser usado en la transfusión a cualquier paciente.
Los grupos sanguíneos ABO se caracterizan por la presencia de dos antígenos (azúcares) en la superficie de los glóbulos rojos. El grupo A tiene un azúcar llamado galactosamina; el grupo B tiene galactosa; el grupo AB tiene ambos; mientras que el grupo 0 carece de ambos antígenos mencionados anteriormente.
A causa de estos antígenos, mezclar grupos sanguíneos distintos puede provocar una reacción inmunitaria adversa, que puede dar lugar a la agregación y destrucción de los glóbulos rojos, pues los anticuerpos producidos pueden unirse a los glóbulos rojos transfundidos, activando el sistema del complemento y llevando a la destrucción de los glóbulos rojos incompatibles. Esto puede resultar en una hemólisis, donde los glóbulos rojos se rompen y liberan su contenido en el torrente sanguíneo.
Los síntomas de una reacción adversa pueden incluir fiebre, escalofríos, dolor en el lugar de la transfusión, dificultad para respirar, y en casos más graves, shock y fallo orgánico e incluso la muerte.
Hasta ahora, los glóbulos rojos del grupo A sólo podían transfundirse sin riesgo a personas que tuvieran los grupos A y AB; y los glóbulos del grupo B sólo a personas del grupo B o AB. Sin embargo, los glóbulos rojos tipo 0 se pueden transfundir a personas de todos los grupos del sistema AB0, por carecer de antígenos A y B.
Estos investigadores pretenden realizar la conocida como evolución dirigida, una técnica de ingeniería de proteínas que simula la evolución natural, con el objetivo de crear la enzima de eliminación de azúcar de forma más eficiente.
Las proteínas son la maquinaria molecular que sustenta la vida, y el ser humano ha buscado adaptarlas para resolver sus necesidades. La ingeniería de proteínas es una rama que continúa implementando herramientas computacionales e ingeniería genética-proteómica por medio de la cual es posible la generación de nuevas proteínas para ampliar sus aplicaciones en diversos procesos.
El equipo de investigación de Canadá trabajó con técnicas de análisis masivo de ADN, conocidas como metagenómica. Lograron evaluar un alto número de genes de microorganismos que estuvieran especializados en producir sustancias capaces de dividir residuos de azúcar.
La metagenómica es el estudio del material genético colectivo de comunidades microbianas, es decir, consiste en tomar todos los organismos de un entorno y extraer la suma total del ADN de esos organismos mezclados. En esta investigación, los científicos usaron la bacteria Escherichia coli para seleccionar aquellos genes capaces de codificar enzimas que pudieran adherirse a los azúcares simples que determinan los tipos de sangre A y B.
Los científicos desarrolladores de este método tienen una actitud muy optimista frente al descubrimiento que han hecho para ajustar cualquier sangre donada a un tipo común y de uso universal. No obstante, esta técnica debe pasar por cuantiosos ensayos clínicos y diferentes pruebas que permitan garantizar que sea un método seguro que no presenta consecuencias adversas en el paciente.
En cualquier caso, este hallazgo es un gran avance científico que vaticina un futuro muy prometedor en el ámbito sanitario y de atención médica.
Con información de Muy Interesante.