Desde hace un tiempo se tiene conocimiento de que el tamaño de la Luna se está reduciendo de manera paulatina, causando algunas arrugas y temblores en su superficie. Gracias a las mediciones captadas por la sonda espacial ‘Lunar Reconnaissance Orbiter’ de la NASA, lanzado en 2009, los astrónomos tienen la posibilidad de mapear la estructura de la misma.
Un estudio reciente, publicado a finales de enero y financiado por el organismo de observación espacial, detectó con los datos de la sonda mencionada que varias zonas del astro sufren el impacto de uno de los sismos más fuertes registrados, con los sismómetros dejados por los anteriores astronautas del Apolo, hace más de medio siglo.
De acuerdo con la investigación liderada por el Dr. Thomas R. Watters, del ‘Centro de Estudios Planetarios y de la Tierra del Museo Nacional del Aire y el Espacio del Smithsonian’, esta especie de “temblores o terremotos” están provocando grietas y pliegues en la estructura de la Luna que develan los posibles cambios de la misma en su tamaño.
Para entenderlo, los científicos compararon la estrella con la modificación de una uva hasta que se vuelve seca y arrugada. “A medida que el núcleo de la Luna se enfría y se contrae gradualmente, su superficie desarrolla arrugas (como una uva) creando “temblores lunares” que pueden durar horas, además de deslizamientos de tierra”, explicaron.
Cómo puede afectar esto a la Tierra
Según los resultados de la investigación titulada “Tectónica y sismicidad de la región polar sur lunar”, el satélite se ha reducido unos 150 pies de circunferencia en los últimos millones de años. Aunque esta medida puede ser significativa en términos geológicos, “esta es demasiado pequeña para causar un efecto dominó en la Tierra o en los ciclos de marea”, según los investigadores.
Así que esto no tendría mayores complicaciones por el momento en nuestro planeta, que cada año se aleja de la Luna un poco más, desde su formación, hace 4.500 millones de años.
Sin embargo, en la superficie lunar, sí hay un cambio significativo que demuestra la interacción y modificación interna que está sufriendo el satélite. “Hay un núcleo externo que está fundido y se está enfriando. A medida que se enfría, la Luna se encoge, el volumen interior cambia y la corteza tiene que adaptarse a ese cambio; es una contracción global, a la que también contribuyen las fuerzas de marea en la Tierra”, señaló Watters para CNN.
El terremoto poco profundo más poderoso se localizó cerca del polo sur, el lugar destinado para el posible aterrizaje de la misión Artemis III de la NASA, en 2027. No obstante, el director del estudio afirma que los resultados que arrojaron los datos, merecen seguir siendo estudiados para tenerlos en cuenta en las misiones futuras.
Con información de La Nación.